Iglesia, hija
Como buena hija la iglesia tiene que tener su habitat en su matriz y alimentarse de su raíz. Permanecer en el seno del Padre y alimentarse de su Palabra.
Vivir en el seno del Padre, es vivir en plena dependencia de Él. No perder el norte ni el sentido de hija. Tener clara conciencia de para que ha sido engendrada. No perder el cordón umbilical, tantas veces cortado.
Como hija, de forma inconsciente, muchas veces busca su independencia. Esta independencia, viene a querer enmendar o perfeccionar la voluntad del Padre.
Inmadurez. Esto se debe a perder el hilo conductor. Lo que conlleva a devaneos y rodearse de malas compañías, así como de extraños amoríos. Hace alianzas a espaldas de quien le da el ser.
La iglesia como hija no puede enterrar los talentos recibidos, ni dilapidar la herencia.
Es tarea difícil, por eso como hija que es, tiene que saber de donde viene y a donde está llamada a llegar. Es fácil vivir de las rentas, pero muy difícil negociar los talentos.
Cuando vivimos de las rentas sin negociar los talentos, todo se convierte en una banca rota.
Cuando la Iglesia hija, se convierte o sigue la senda del “ hijo bueno” de la parábola ya sabemos en lo que termina, en cumplidora de unas normas y una disciplina, creadas por si misma pero que no conoce o ha abandonado su origen, el “ Amor”. Ya se convierte en una hija autónoma e independiente que le pide cuentas a quien le dio el “ser”.
Ay, soberbia disfrazada de buenas costumbres!
Cuando la Iglesia hija, en un momento de lucidez se convierte y reconoce ese abandono del seno Paterno, como lo reconoció el “hijo pródigo,” es cuando está preparada para ser madre y su descendencia será incontable. Es ahí cuando el Padre la cubre con sus mejores galas y le pone la alianza de desposada.

Es ahí, en este momento de conversión cuando la hija Iglesia empieza a alimentarse de la Palabra.
Es ahí, cuando ella va a ser y tomar la mayoría de edad para ser la verdadera heredera, la Voz de la Palabra.
Nunca se puede confundir la voz con la Palabra.
Nunca puede la voz acallar el eco de la Palabra. La voz siempre es prestada a la Palabra, por tanto secundaria. La palabra va más allá y es más fuerte que la voz. La Palabra también habla sin voz, por signos, gestos, miradas…incluso a través de las piedras y los burros podría comunicarse la Palabra. ¡ Cuantas veces se manifiesta la Palabra a través de lo más inesperado! La Palabra no es monopolio de nadie ni de nada.
Si quieres ser voz creíble y con autoridad, sé fiel a tu Señor, hija Iglesia. La voz más potente de la Palabra, es cuando la hace vida.
No el que dice,” Señor, Señor, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”
Tú como hija, tienes que ser ese modelo que te exige la Palabra.
Hija iglesia, no te olvides que estas llamada a ser y convertirte en esposa y madre. No te dejes cortejar por innobles y plebeyos.
Iglesia hija también soy yo. No puedo tirar la piedra y esconder la mano.