Una vida sin memoria es como una vida sin raíces. Sin raíces firmes, profundas y arraigadas al subsuelo.
Una vida sin memoria es como esa semilla que al ir de camino para sembrarla se cae, vienen los pájaros y se la comen. O que cae entre piedras y que como no hay apenas tierra, nace pero no se puede alimentar, al salir el sol la quema. También puede caer entre zarzas, en principio no hay problema para que germine y tome forma, pero éstas crecen más, la ahogan e impiden que dé fruto.
Pero hemos llegado a la tierra fértil , la “memoria”.
Cuando una vida se construye desde la memoria, da mucho fruto. Es una vida con subsuelo. Es una vida que se construye desde nuestra experiencia y la de los otros.
Una vida con memoria tiene sabiduría y es una vida cuyo fruto se desarrolla, madura y es sabroso.
Una vida sin memoria produce muchos tropezones. Claro que no hablo de la memoria cognitiva. Hablo de la memoria de nuestras raíces.
Parece que hoy queremos olvidar nuestra “génesis”. Olvidar o ignorar. ¿ Por qué?
Cualquiera de los dos verbos no nos hará bien tanto para el presente como para el futuro de nuestras vidas. Tampoco para aquellos que le hemos de transmitir vida.
Tener memoria es conocer nuestras raíces. Esto nos hará más humildes y más agradecidos; también más generosos y entregados. También nos llevaría a no cometer los errores de otros. La memoria de nuestras raíces nunca nos va a quitar valores, al contrario, nos los refuerza y aporta.
Es verdad que “el pasado ha de ser punto de referencia y no de partida”. Eso es la memoria, referencia.
Tener memoria es crecimiento personal. Parece que esto no está de moda.
Tener memoria es crecimiento personal. Parece que esto no está de moda.
Hoy parece que basamos el crecimiento sólo en lo intelectual y en lo material.
Tener memoria es tierra abonada para los valores humanos.
¿Por qué las familias no hacen ejercicios de memoria para con los jóvenes.?
Querernos olvidar de nuestro ayer, es perder uno de los puntos cardinales de nuestra vida.
Hablar de memoria no es hablar de nostalgia. ¡ Oh, no por favor!.
Los nostálgicos no disfrutan del presente. Viven del recuerdo, pero sólo del recuerdo positivo. No crecen, no evolucionan. Eso no es memoria.
Claro que no todo tiempo pasado fue mejor. Eso no es argumento para que tengamos que borrarlo de nuestro presente, de nuestra vida.
También es interesante compartirlo. Todo lo que se comparte enriquece.
Es una pena que los abuelos no tengan un lugar más importante en la familia, el que le corresponde; y que sólo se utilicen como meros peones. Sin darle la categoría que le corresponde de ancianos.
Ellos son los que deben de representar la memoria. Muchas veces esa representación es meramente simbólica y no real. ¡ Cállate no digas esas cosas, eso era antes! ¡ Estas anticuado! ¡ Ahora es otra vida!…
A los abuelos se les quita la autoridad moral. La “ autóritas ”.
También es verdad que muchos abuelos quieren ir de guays para hacerse un lugar. O como los padres que quieren ir de colegas de sus hijos… ¡ Amistada sí! ¿ Colegas?…
Cuando te quitan o se pierde el lugar que a cada uno le corresponde en el eslabón de la cadena, es cualquier cosa menos cadena. Cuando el engranaje falla, se produce el desgarre.
¿Que decimos de una persona cuando pierde la memoria cognitiva?
¡Pobre!
Eso es lo que nos pasa cuando perdemos la memoria de nuestras raíces…