ASCENSIÓN
Hoy celebramos la Ascensión de Jesús a los cielos.
Cristo una vez muerto y resucitado vuelve al Padre del que nunca se separó. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son inseparables.
La presencia física de Jesús entre nosotros no fue un paréntesis en su vida Trinitaria. En la comunidad de Amor que forman las tres Divinas Personas. Fue una misión.
Por eso se hace presente entre nosotros en nuestra condición humana para que le podamos entender de cerca. Diciéndonos que es posible vivir el proyecto de Dios. El proyecto de amor. Vivir como una única familia, la Familia de Dios. Vivir como hermanos hijos del mismo Padre-Madre que es Dios.
Él en los treinta y tres años que vive físicamente entre nosotros, viviendo como uno más de nosotros, nos demuestra que es posible. Nos demuestra que es posible si apostamos por Él y no por nosotros mismos.
Igual que Él se hace uno con nosotros, nosotros tenemos que hacernos uno con Él.
Haciendo nuestra su forma de vivir. Para recobrar la intimidad con Dios, que hemos perdido fruto de la libertad que nos da para rechazarlo o aceptarlo. No es fácil pero es posible, ahí está el reto que tiene el ser humano.
Somos creados por Dios para disfrutarlo mientras vivimos en esta vida y volver a Él. Eso es el cielo, disfrutar de Dios.
Jesús en ningún momento dejó de vivir en el cielo, porque el cielo es el amor de Dios. Él ha permanecido en total intimidad con el Padre.
¿Entonces ¿por qué decimos que asciende al cielo?

Es una forma de decir que su presencia física entre nosotros desaparece; y que nuestro destino es vivir la plenitud del amor en Dios.
Ha cumplido su misión, mostrarnos la forma de vivir para transformarnos en seres divinos una vez terminada nuestra existencia aquí en la tierra. Esa será nuestra resurrección, volver al creador.
Cristo no se va físicamente de nuestra presencia y nos abandona. Él permanece con su palabra porque es la Palabra del Padre.
Se va para enviarnos el Espíritu Santo que es el que va a permanecer con nosotros toda nuestra vida para darnos la capacidad y ayuda de poner en practica lo que Jesús nos enseñó.
El próximo domingo celebramos esta venida del Espíritu Santo con la que cerramos el Tiempo Pascual.
Ahora nos toca a nosotros seguir la misión de Jesús, viviendo como el vivió para poder ser cielo para quien nos rodea. Para todas las personas con las que nos relacionamos.
Si nosotros vivimos como Jesús transmitiendo amor, estaremos disfrutando del cielo ya aquí y ahora. Haciendo que las demás personas también descubran el cielo a través de nosotros. Esto es predicar y ser testigos de Dios.
La vida de los hijos e hijas de Dios es un ejercicio constante de amor al prójimo. Estamos ensayando y viviendo por adelantado lo que será el después de esta vida.
Cuando nos presentemos en el cara a cara ante Dios sin más intermediarios y testigos que el hijo y el Espíritu Santo, sólo se nos va a examinar de una cosa, de amor.
El amor no es una teoría, es una práctica.
Hacer a los demás el bien que queremos nos hagan a nosotros. Pedir para los demás el mismo bien que pedimos para nosotros mismos.
La Ascensión es la esperanza de que no todo se acaba con la muerte sino que nuestra persona se prolonga sin fin en Dios Trinidad.